El poblado de colonización de Esquivel fue proyectado por Alejandro de la Sota en el año 1952. El Instituto Nacional de Colonización fue el promotor del proyecto durante la dictadura franquista, se construyó una urbanización y poblado, la iglesia, el ayuntamiento, las viviendas, unos locales comerciales, la escuela, un cine y una taberna.. Este proyecto se enmarca dentro del conjunto de poblados de colonización cuyo objetivo era crear aldeas o pequeños municipios dedicados al cultivo de regadío, dentro de la idea de auto-abastecimiento o autarquía ; y de realojo de las víctimas de la Guerra Civil Española (1936-1939), que promulgó el gobierno franquista. En muchos de ellos, también se creo la infraestructura de agua que precisaba el riego.
Alejandro de la Sota entiende que el pueblo ha de ser un lugar tranquilo, sencillo y agradable donde la única arquitectura presente es la vernácula. De ella dice que es especialmente acertada ya que no se muestra la frivolidad o la voluntad de destacar que algunos arquitectos imprimen a sus obras, si no que lo hace la dedicación y el buen hacer del Hombre.
Dentro de dichos poblados, Esquivel destaca por su marcado carácter simbólico. El centro neurálgico del pueblo se sitúa en primer plano y cuenta con los edificios singulares (iglesia, ayuntamiento y un pequeño hito central), para que pueda ser visto desde la carretera como elemento propagandístico. Este hecho constituye una gran diferencia formal y de orden respecto al resto de pueblos existentes hasta el momento, que encierran su centro en el interior del mismo.
El eje que organiza Esquivel parte de la carretera pasando por el hito central y enlazando con un paseo peatonal que culmina en una gran plaza. Desde el se abre en abanico el pueblo que es simétrico a ambos lados.
Si descendemos de escala, podemos observar una sucesión de ejes de simetría que organizan el pueblo como un sistema fractal.
A nivel organizativo se distribuyen vías de tráfico rodado y calles peatonales segregando así los dos usos que conviven y convivían hasta el momento en nuestras calles. Las calles peatonales confluyen en pequeñas plazas señaladas por un hito, como un fuente, que sirven de puntos de encuentro social.
A escala de la vivienda se distribuyen simétricamente y cuentan con un jardín, un porche y dos plantas. El tamaño de las mismas se organiza mediante un sistema según el número de dormitorios 2,3 o 4; y por tanto, según el número de habitantes de la casa.
A escala puramente formal de la vivienda, De la Sota aplica su idea de pueblo ; haciendo un juego de elementos de remate, puertas y ventanas, que trata de recopilar la arquitectura vernácula del lugar.