Destilación de remolacha.
El proyecto comienza con unas negociaciones más o menos claras. Exponer los intereses de las estrategias de regeneración productiva. En un principio no parecían tener mucho que ver, aunque como en ocasiones pasa, según avanza el tiempo, acaban fusionándose de forma casi sinérgica e inesperada.

Rodrigo, realizó un estudio exhaustivo sobre proceso destilación el cual, consiste en la trituración, hidratación, fermentado y destilado de la remolacha para la obtención de etanol.
Marina, un asentamiento rotativo e híbrido para temporeros y turistas ubicado en el Silo de Cinco Casas.
Laura, con La Exclusiva, propone incorporar un sistema de reparto extensivo para llevar alimentos locales del pueblo a otros. Un sistema con el que dar a conocer la agricultura de Cinco Casas y ayudar a su vez su economía.
Según estos tres proyectos se desarrollaría uno nuevo; no un proyecto de unión, si no de hibridación entre los tres. Una gran refinería dedicada a la destilación de remolacha, siguiendo el estudio de Rodrigo. Ubicada en el interior del silo, según el lugar elegido por Marina. Y con una red extensiva de distribución, siguiendo los pasos del estudio de La Exclusiva, de Laura.

En el exterior del Silo se incorporarían las casas de los trabajadores de tal refinería. Las casas no serían casas comunes, pues esconderían el verdadero negocio del silo. Diseñadas para albergar más personas y trabajos distintos. Al estilo de las conocidas casas de malicia de Madrid, el silo no es lo que parece desde el exterior o incluso desde ojos de la administración.

¿Y por qué querríamos jugar al despiste con tal cosa? Pues bien, en realidad, tras las primeras plantas del macrosilo, dedicadas únicamente a la remolacha, estarían unas nueve plantas restantes destinadas a una macro plantación de marihuana.
El cultivo de marihuana visible es delito en España, por lo que las personas que deciden hacerlo tienen que esconderlo y blanquear el dinero obtenido de alguna forma. La marihuana es una de las únicas plantas del mundo que se cultiva bajo luz artificial, puesto que de forma natural sería inviable si no quieres acabar en la cárcel.
El macrosilo presenta un escenario ideal para desarrollar esta ilegalidad, pues, ¿Quién se pensaría que tras sus altas paredes gruesas de hormigón lo que se esconde realmente es una plantación de marihuana?

Los miles de paneles solares de alrededor también entrarían en el juego, puesto que abaratarían de forma considerable el precio por metro cuadrado del cultivo debido a la enrome cantidad de electricidad que necesita una planta. Además, tener en cuenta la facilidad de distribución, puesto que se encuentra a tan solo un kilómetro de la estación.
Una arquitectura diseñada con el objetivo de no ser nunca vista.