A orillas de la Laguna de las Madres, dos planchas de hormigón se alzan con serena precisión, sostenidas sobre esbeltos pilotis que apenas trasmutan el terreno, es como si la arquitectura pidiera permiso para habitar la orilla.

Entre el interior y el paisaje, una celosía pétrea de hormigón tamiza la luz y responde con sutileza a la orientación y al uso, trazando un delicado umbral entre resguardo y apertura.

La tipología habitacional está divido en cuatro bloques:
- Vivienda Tipo A: para familias, dispone de dos dormitorios, cocina y aseo.
- Vivienda Tipo B: individual o parejas, un dormitorio, cocina y aseo.
- Vivienda Tipo A.2: para grupos grandes, cuatro dormitorios, dos aseos, cocina y sala de estar.
- Vivienda Tipo B.2: para grupos pequeños, dos dormitorios dobles, dos aseos, cocina y sala de estar.

La intención es clara: habitar sin alterar, observar sin invadir.
Allí donde el borde suele ser límite, se transforma en costura. El umbral entre tierra y agua se convierte en espacio de encuentro, donde confluyen dos modos de vivir: la fugaz y rectilínea trayectoria del automóvil y el ritmo libre, ondulante, del bote que surca el lago.
