San Juan de Flumen
El origen del centro urbano se ubica en un cruce de dos caminos existentes unidos por una calle principal en sentido Norte-Sur, a cuyos lados se proyectan, paralelas, las 36 viviendas de los colonos.
En el centro de la urbe, se sitúa la playa Mayor o plaza del Caudillo, en la que se ubica, en la parte Norte, la iglesia con la casa rectoral y los locales de la Acción Católica y el Ayuntamiento.
En el lado Sur se levantan las escuelas, y en el Este se reserva un gran solar para la posible ampliación. Atraviesa la plaza en sentido Este-Oeste la calle Mayor, en la que se ubican las viviendas de maestros, el edificio social, las tiendas y la casa-almacén de la Hermandad Sindical.
El proyecto del pueblo San Juan de Flumen fue suscrito por el arquitecto Antonio Barbany Bailo en agosto de 1956. Se compone, en su origen, de 198 viviendas de colonos. Siendo 162 viviendas aisladas y 36 pertenecientes al núcleo urbano. Además, contaría con 15 viviendas de obreros agrícolas y diversos edificios comunales.
De este modo, las viviendas de colonos, con sus respectivos huertos, se sitúan en las partes Sur y Norte del pueblo; y, tras las plazas en forma radiocéntrica, las viviendas de los obreros, tanto las de la primera fase como los solares para la construcción de la segunda.
Tras la comunicación del Orden de 1958, a manos del Instituto Nacional de Colonización (INC), el arquitecto Antonio Barbany tuvo que estudiar una nueva urbanización para el pueblo, respetando en lo posible el emplazamiento de los edificios comunales, puesto que había que añadir 162 viviendas en el núcleo.
La nueva planta proyectada de San Juan de Flumen, aprobada el 11 de julio de 1958, despliega si trazado en abanico a partir de un eje central de acceso al pueblo que tiene como remate la torre de la iglesia. Asemejándose, en cierta medida, a los planteamientos empleados por Alejandro de la Sota en el pueblo de Esquivel (Sevilla) y por el arquitecto Fernando Cavestany en el pueblo de Coto de Bornos (Cádiz), ambos proyectados en 1952.
Como puede observarse, el retranqueo de algunas parcelas en las manzanas periféricas deja espacios secundarios aprovechados como pórtico de edificios de uso público como tiendas o escuelas.
La arquitectura de tradicional lenguaje, marca con la sobriedad de la piedra un gusto casi monástico matizado en la torre por celosías de ladrillo y paños enfoscados. Las viviendas transforman mediante la seriación y las alineaciones curvas esta estética pétrea en un acentuado ritmo volumétrico.
